El clima y otros demonios que amenazan al café
La mano de obra agrícola ha disminuido en los últimos años, pero el régimen de excepción y la política de migración laboral hacia el exterior han tenido un impacto significativo en el rubro café.
Nuestra última entrega ha sido el texto más leído hasta el momento. Así que pronto viene la segunda parte de “El consultorio del café” con el Dr. Carlos Orantes, pero ahora hablemos de medio ambiente y otros demonios que amenazan al café salvadoreño.
Ya les contamos que nuestro entusiasmo por el café de especialidad nos ganó en 2010 cuando creamos la finca Gatocafé sin prever los riesgos climáticos y económicos. Dos años más tarde la depresión tropical E12 provocó unas condiciones de humedad particulares que favorecieron a la expansión del hongo Hemileia vastatrix, responsable de la roya del café. Nuestra plantilla joven no sufrió tanto como los viejos arbustos de bourbon, pacas o pacamara de otras fincas vecinas. Pero allí comenzamos a entender que cuidar variedades arábicas demanda más presupuesto y supone más dolores de cabeza que las variedades híbridas, como el catimor, sarchimor, cuscatleco, anacafe14, entre otras. Pero nuestra meta era preservar las variedades que dieron un gran prestigio a este país y nos arriesgamos unos años más hasta pulir la taza que muchos de ustedes han disfrutado.
Aunque ya pasaron 10 años de la explosión de esa enfermedad endémica y varios planes de rescate de por medio, los números globales nunca volvieron a ser los mismos. El siguiente gráfico muestra el historial de producción de El Salvador desde 1989 y el descenso de más de 100 % entre las cosechas de 2012/13 y la de 2013/14. Volver a superar el millón de quintales de una cosecha ha sido el objetivo de los últimos gobiernos. Pero aunque se rompa esa barrera, aún se estaría muy lejos del 1,730.000 quintales de cerezas que se recolectaron en 2012/2013.
En estos días de mucho calor nos dieron la noticia de que en 2023 habrá 10 a 20 % menos lluvia por la influencia del fenómeno de El Niño. Menos precipitaciones y aumento de la temperatura. Estas dos variables son cruciales en las plantaciones de café, especialmente si se quieren sembrar nuevos arbustos a partir de las primeras lluvias. Ante los patrones inestables, se rompen o se alteran los ciclos de reproducción.
“Las olas de calor, las sequías, las heladas y las inundaciones pueden afectar el rendimiento del café”, señala un estudio publicado esta semana. “El impacto del cambio climático podría causar reducciones generalizadas en los rendimientos en múltiples países productores dentro del mismo período de tiempo. Los mayores peligros son el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones”, añaden los autores.
En la literatura del café está escrito que la temperatura anual ideal para el cultivo es entre 18°C y 22°C (para la especie arábica que cultivamos en Latinoamérica), o entre 22°C y 28°C (para la especie robusta). Por otra parte, los rangos óptimos de precipitaciones deben fluctuar entre 1400 mm y 2000 mm (Arabica), y entre 2000 mm y 2500 mm (para robusta). Los escenarios de un aumento de la temperatura en dos a tres grados centígrados, a lo largo de este siglo, siguen vigentes.
Sincronizar la cosecha y que la planta sobreviva a enfermedades y se reproduzca es cada vez más problemático. Algunas de las alternativas que plantea el estudio son: utilizar riego o incrementar los cultivos bajo sombra. Pero ya sabemos que el agua es un bien escaso y un derecho del cual no gozan muchos salvadoreños. Y la segunda idea va en línea contraria de la práctica de algunos grandes productores que han talado sin cargo de conciencia para vender la madera, sembrar caña, o construir proyectos urbanísticos. Lo de proteger los suelos, mantos acuíferos, capturar C02 y dar refugio a la biodiversidad choca con sus matemáticas.
Se necesitan trabajadores
En El Salvador, hay otro factor que se ha convertido en un riesgo particular para seguir cultivando café y otros productos agrícolas: la escasez de mano de obra. En las últimas semanas hemos tenido oportunidad de platicar con grandes y medianos productores que hablan de cómo en la última cosecha fue más difícil cubrir las tareas de recolección, secado y limpieza de los granos. El encargado de una cooperativa en Santa Ana nos mencionó que por primera vez contrataron a hondureños para dichas tareas, porque en la zona del Lago de Coatepeque mucha gente se ha ido en programas de visas al extranjero que está canalizando el gobierno.
Esta baja de recurso humano producto de la política oficial de migración también la reporta el sector hotelero. Así lo publicó Diario El Mundo esta semana.
Uno de los medianos productores que asistió al Producer & Roaster Forum (PRF), que se realizó el 16 y 17 de marzó en Nuevo Cuscatlán, comentó que no aplicará más abono y buscará más producción pues este año no logró recolectar todo el café en el punto exacto; no había gente para ello.
El encargado de uno de los beneficios más grandes en San Vicente lo resumió así: “La competencia más grande que tenemos en el sector agrícola es el gobierno. Una buena parte de nuestros trabajadores están en las cárceles de forma injusta. Los que trabajaban de mandadores ahora son custodios en las cárceles; otros andan en labores con Fovial, ya sea como banderilleros o en jardinería chapodando. Otros van de camino a Estados Unidos. Ya no hay mano de obra. Esa es la realidad.”
Con esta reflexión que nos hicieron muy cerca de donde se construyó la megacárcel (en tierras muy fértiles del país), y a las puertas de cumplir un año del régimen de excepción (el 27 de marzo), nos regresamos pensando… ¿Cuánto tiempo más podremos decir esta frase con la que siempre cerramos nuestras entregas?: Que no nos falte el buen café… salvadoreño.